julio 01, 2008

LA COMIDA Y NUESTRO HUMOR

¿Existe relación entre lo que comemos y nuestro estado de animo? ¿O nuestro humor puede llegar a afectar lo que comemos? La realidad es que la alimentación juega un papel fundamental en nuestras vidas y gran parte de nuestro estilo de vida gira alrededor de eventos que incluyen comida. Con solo pensar en una fiesta, una boda, el nacimiento de un bebé, la alegría se festeja con comida; una reunión de trabajo o de amigos normalmente se realiza en un restaurante; si estamos tristes o deprimidos en muchos casos también se recurre a la comida, pero veamos esto más a fondo…
Biológicamente la comida tiene un papel importante, ya que es algo normal el que durante el día tengamos la sensación de hambre/saciedad; suele ser normal para algunas personas tener hambre más seguido mientras que otros prefieren comer menos veces. Sin embrago, se ha comprobado que mientras más horas de ayuno se pasen o más se salte uno comidas, se puede llegar a tener un sentimiento de preocupación por la comida, desconcentración y pérdida de memora, depresión, alteraciones del humor, irritabilidad y ansiedad.
El llevar una dieta muy baja en grasa puede ocasionar cierta depresión. Las investigaciones han demostrado que personas que recortan drásticamente su consumo de grasas comienzan con síntomas de depresión
Por otro lado, el lleva una dieta sin carbohidratos –principalmente complejos o integrales- afecta la producción de serotonina, un neurotransmisor que es responsable del humor, apetito y sueño, por lo que si no comemos suficientes carbohidratos podríamos tener un peor humor, más hambre o no quedar satisfechos y tener alteraciones en el sueño. Además de los carbohidratos, el pavo y el pollo pueden ayudar a la serotonina ya que contienen triptófano, un aminoácido que mejora el humor y se convierte en serotinina por lo que puede ser útil para personas que sufren depresiones. Para lograr mejorar aún más la producción de serotinina es necesario tener un buen aporte de vitamina B6, vitamina C, ácido fólico y zinc, que los encontramos en carnes, pescados, leguminosas y frutas.
En relación a la cafeína, esta sustancia aumenta la alerta mental, puede mejorar la concentración y nuestro rendimiento, pero no en todas las personas y en exceso (que el exceso para una persona pueden ser 2 tazas mientras que para otra pueden ser 10) se ha visto relacionado con el desarrollo de ansiedad, antojos, depresión, inestabilidad emocional, insomnio, alteraciones del humor, nerviosismo y aumento del síndrome pre-menstrual
Por otro lado, para prevenir la montaña rusa del humor, es decir que un momento estemos de lo más felices y activos y al siguiente tristes y cansados, hay que procurar escoger alimentos que se digieran lentamente, es decir que tengan un índice glucémico más bajo –pan integral de centeno, avena, arroz basmati, etc-, ya que los de índice glucémico alto –azúcar, cereal corn flakes, bagel, baguette, arroz instantáneo, etc- los tendemos a absorber rápidamente y pueden hacer que nuestra glucosa se eleve de trancazo y eso nos haga sentir eufóricos de momento pero se agota rápidamente y al poco tiempo estamos cansados.
Sobre lo que se dice del chocolate que puede curar una tristeza y depresión, de cierta manera es verdad ya que este contiene una sustancia llamada feniletanilamina, la cual puede aumentar los niveles de endorfina, aumentar el libido y funcionar como un antidepresivo natural, sin embargo el chocolate generalmente va acompañado de mucha cantidad de azúcar lo cual puede afectar el humor, por lo que si se trata de buscar la cura de la depresión con chocolate hay que buscar uno que sea 70-80% de cacao y considerar que de igual manera tiene grasa natural y calorías, por lo que puede ayudar a la depresión pero causar kilitos de más y esto volver a afectar en nuestro humor.
Debemos recordar que somos humanos y el que comamos no va siempre relacionado a apetito, ya que de cierto modo alimentamos el cuerpo pero también el alma, pero tampoco hay que abusar lo que al alma se le antoja y hay que reconocer cuando comemos por emociones y encontrar un balance entre lo nutritivo y los antojos y ser flexible en nuestras decisiones.