noviembre 28, 2004

LOS TRASTORNOS EN LA ALIMENTACIÓN ¿UNA ENFERMEDAD SOCIAL?



Se calcula que en países desarrollados y en grandes ciudades como la Ciudad de México, alrededor de un 2 a 4 % de la población femenina padece un trastorno de la alimentación, de los cuales, la mayor parte son comedores compulsivos. Alrededor del 65% de las mujeres en secundaria, preparatoria y universidad, llevan algún tipo de "dieta", así como los hombres de la misma edad. La anorexia nerviosa es la 3ª enfermedad crónica más común entre las mujeres adolescentes, y se calcula que ocurre en 0.5% a 3% de todos los adolescentes. Ocurre generalmente en la adolescencia, aunque todos los grupos de edad son afectados, incluyendo las personas ancianas y los niños de hasta seis años de edad. Con respecto a la bulimia, en los últimos 5 años ha ido aumentando a una velocidad mayor que la anorexia. Algunos estudios reportan que el 80% de las estudiantes universitarias han comido excesivamente en algún momento; los jóvenes que ocasionalmente provocan el vómito después de comer demasiado, no se consideran bulímicos y casi siempre este comportamiento ocasional desaparece en la edad adulta.
Los trastornos de la alimentación realmente son hábitos alimentarios distorsionados, que generalmente se relacionan con problemas emocionales.
¿Cuáles son los diferentes tipos de desordenes alimentarios?
Las personas que padecen Anorexia Nerviosa generalmente tienen un bajo peso (por debajo del 85% de su peso teórico y un IMC < 17.5), las mujeres presentan irregularidades menstruales y pueden desarrollar osteoporosis –irreversible- y tanto hombres como mujeres tienen mayor riesgo de morir a temprana edad.
Estas personas tienen mucho miedo a subir de peso o volverse “gordas”, son enemigos de la obesidad, están obsesionados con la comida y existe una distorsión de la imagen corporal, se perciben gordas a pesar de estar en los huesos. Generalmente consumen muy pocas calorías –agua y lechuga- o de plano dejan de comer, por lo que su organismo se va deteriorando, ya que su cuerpo no recibe los nutrimentos necesarios para funcionar adecuadamente. Pueden haber alteraciones gastrointestinales –estreñimiento-, complicaciones cardiovasculares –taquicardias o presión baja- así como daños cerebrales, como pérdida de tejido cerebral a causa de los ayunos e incluso provocar la muerte.
Las personas que sufren de bulimia pueden o no tener un peso bajo e incluso hay personas que tienen sobrepeso y se identifica claramente porque comen exageradamente –atracones- en periodos cortos de tiempo y luego vomitan o se purgan (uso de laxantes o diuréticos). La persona se atasca de alimentos con muchas calorías y luego vomita intencionalmente, porque se siente culpable. Estas personas generalmente tienen problemas de baja autoestima y pierden el control al comer. Las consecuencias son muy serias pudiendo ocasionar deshidratación y desequilibrio electrolítico, daño de órganos, hemorragias internas provocadas por el vómito, erosión dental por el ácido del vómito y en casos extremos, la muerte.
En los trastornos de comedores compulsivos, la persona tiene los atracones de comida, pero sin las purgas como en la bulimia. La mayoría de estas personas tienen sobrepeso y pueden desarrollar diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, daño de la vejiga, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
La mayoría de la gente que presenta trastornos de la alimentación alterna la anorexia con la bulimia y ambos pueden ser enfermedades crónicas, donde la única manera de salvar a la persona es hospitalizándola y con tratamiento psicológico y nutricio de por vida. Como nutriólogos, nuestra labor es normalizar los hábitos y patrones alimentarios de estas personas, por medio de una educación en nutrición, para que junto con la ayuda de un psicólogo y revisión rutinarias médica, podamos lograr que la persona abandone sus miedos y tenga una vida norma; existen centros de apoyo para tratar estas enfermedades, ya se de forma individual o grupal.
Se ha visto que estos desordenes generalmente empiezan después de una dieta normal para bajar de peso. o antes o después de un cambio brusco en la vida o algún trauma, pero no se sabe con certeza porque estos trastornos se han convertido en una enfermedad social. Podría ser que los culpables son los medios de comunicación, los cuales han distorsionado ciertas creencias sobre la belleza, la salud, la alimentación y el apetito: ha aumentado la búsqueda de un cuerpo libre de grasa como nueva religión.

noviembre 21, 2004

COMIDA RÁPIDA ¿DE TODAS CUÁL ES LA MENOS PEOR?




Es un hecho…existen peores alimentos que la comida rápida. Al contrario de lo que mucha gente cree, esta comida no equivale a comida chatarra.
Es cierto que la mayoría de la comida rápida tiene cantidades enormes de calorías, grasa y sodio y, normalmente es pobre en fibra, calcio y vitaminas A y C. En cuanto a “beneficios nutrimentales” contiene cierta cantidad de proteína y algunas vitaminas y minerales. Aunque la comida rápida no es veneno, podemos decir que no es lo más nutritivo que uno puede comer; sin embargo, tampoco hay que ser tan radicales como en el documental de “Superengordame” y demandar a estas cadenas por ser la causa de la obesidad y no volver a pisar uno de estos restaurantes en su vida, ya que algunos no son “tan malos” y de todos podemos encontrar una opción menos peor!

De lo más “saludable” se encuentran los sándwiches y tortas. Una cadena americana de sándwiches se hizo famosa gracias a los anuncios de personas que mostraban cómo comiendo estos sándwiches de 12 pulgadas bajaron de peso. Y no es que estos sándwiches no engorden, sino el truco está en los ingredientes, ya que sí los pedimos de alguna carne fría –de preferencia pavo- en lugar de alguna ensalada preparada, sin queso ni mayonesa, pueden resultar muy nutritivos.
Sí el antojo de hamburguesas es muy grande, hay que procurar pedirlas sencillas, en lugar de dobles o extragrandes. Sí nos saltamos el queso, el tocino o las salsas cremosas nos podemos ahorrar varias calorías, e incluso nos podemos exceder de lechuga, jitomate, pepinillos y mostaza.
En cuanto a hamburguesas, resultan una mejor opción las de pollo asadas que podemos encontrar en muchos de los restaurantes de comida rápida. Lo que más debemos evitar son las hamburguesas de pollo o pescado empanizadas y los nuggets de pollo, ya que estos contienen mucha más grasa que las hamburguesas y están hechas de productos mucho más procesados.
Otro alimento que no es de los más óptimos, son las papas fritas…serán una delicia y muy tentadoras, pero son una bomba de azúcar con grasa y sal. Sí morimos de ganas de comernos unas, hay que procurar pedir una orden chica o compartirla con alguien.
Sí creemos que las ensaladas son la mejor y más saludable opción de estas cadenas, hay que pensarlo dos veces. Dependiendo de los ingredientes que tengan y sumándole el cremoso aderezo, pueden resultar mucho más engordativas que una hamburguesa. Efectivamente pueden ser muy nutritivas siempre y cuando las pidamos sin crutones ni tortillas, que tengan muchas verduras, que sea de pollo asado en lugar de frito, evitar los quesos amarillos y ponerle solo la mitad del aderezo –si es posible pedir el que no tenga grasa o el light- y preferir mejor salsas tipo mexicana o pico de gallo.
En cuanto a las bebidas, lo que más queremos evitar es tomarnos 900 ml de un refresco con pura azúcar o las espesas malteadas. Podemos mejor escoger un te helado no endulzado –mejor ponerle el azúcar o canderel por aparte- o una limonada.
Finalmente…los postres irresistibles! en su mayoría son extremadamente altos en azúcar y grasa y estoy segura que podemos aprovechar de forma más nutritiva y sabrosa todas esas calorías que estaríamos “desperdiciando" en una galletita o un pie. Sí la ansiedad es muy grande, lo menos peorcito resulta un helado simple –es decir sin chocolate ni cajeta- en barquillo.
Y como mencionan en “Superengordame”, hay que mantenernos alejados de los superpaquetes que por $5 nos dan un chorro de grasa y mucho más gramos de azúcar de lo que nuestro cuerpo necesita.
Pero la realidad es que, como su nombre lo dice, esta comida es rápida, satisfactoria y relativamente barata y, para mucha gente es imposible evitar. Así que como el anuncio de las bebidas, nada con exceso…todo con medida y a escoger las mejores decisiones – o las menos peores- de esta comida rápida.

noviembre 14, 2004

¿COMER ENTRE COMIDAS?

Existe la creencia de que para mantener un peso adecuado uno no debe comer “nada” entre comidas, porque el estar picando es la causa de esos kilos extras y uno solo debe hacer sus 3 comidas al día. La mayoría de la gente se siente culpable cuando come algo entre comidas y siente que es un “extra” de los alimentos que puede consumir a lo largo del día. Pues les tengo una buena noticia…esto es falso, ya que las colaciones o “snacks” son parte fundamental de una dieta nutritiva. La clave de mantener o bajar de peso está en la cantidad total de calorías que comemos durante el día y no del número de veces que comamos; mientras se mantenga un balance entre nuestro consumo y gasto, no importa si comemos 2 o 5 veces al día. Incluso luego puede resultar más dañino hacer sólo 2 comidas al día porque permanecemos más horas en ayuno y el azúcar en sangre se puede bajar y provocar que nos sintamos mal.
Pero tampoco brinquen de emoción! al decirles que es bueno comer entre comidas, no me refiero a estar picando papas y pastelitos todo el día. La clave está en escoger colaciones nutritivas –que a la vez pueden ser sabrosas- las cuales nos ayuden a mantener nuestro peso, evitar pasar hambre, mejorar nuestra salud y tener más energía. El comer algo entre comidas nos ayuda a que cuando lleguemos a la comida o la cena no estemos muertos de hambre y terminemos comiendo de más –es decir, más calorías-, además de que nos ayudan a controlar la ansiedad.
En condiciones normales, las colaciones –saludables- juegan un papel muy importante en nuestra dieta, ya que nos ayudan a que nuestro metabolismo se mantenga activo e incluso a mantener nuestro peso. De forma regular, cuando nosotros ingerimos un alimento, necesitamos “gastar” energía –calorías- para poder digerirlo y metabolizarlo, lo que se conoce como el efecto termogénico de los alimentos; de esta manera, el comer también nos ayuda a quemar calorías. Se recomienda comer una colación a media mañana y otra a media tarde para controlar los niveles de azúcar –glucosa- en sangre.
Además las colaciones nos dan un empujón de energía entre cada comida que nos ayuda a continuar con nuestras actividades diarias. Por otro lado, varios estudios han demostrado que el comer colaciones ayudan a mantener o bajar los niveles de colesterol LDL.

Se recomienda que las colaciones tengan una combinación de proteína, grasas y carbohidratos -como un sándwich en pan integral de queso panela- y que en promedio nos aporten de 250 a 300 Kcal. Para los que se preocupan por su peso, es mejor escoger colaciones que contengan menos de 200 Kcal por porción, como una manzana y 5 galletas María.
Lo ideal es planear qué comer entre comidas, es decir tener disponibles varias opciones de colaciones, como frutas, verduras –incluso ya venden paquetes pequeños de zanahorias-, yogurts sin grasa, palomitas, galletas integrales, fruta seca u oleaginosas (nueces, almendras, pistaches, etc). Con esto se logra evitar caer en la tentación de correr a la tiendita y comprar una bolsa de papas. Todos estos alimentos nos los podemos llevar de la casa y tenerlos en la mochila, coche, oficina o escuela.
En el peor de los casos que tengamos que recurrir a las maquinitas, lo mejor que podemos escoger serían galletas tipo Kracker o Honey Bran y barras de cereal (Special K), Si tienen la posibilidad de acudir a una tiendita, ahí podemos conseguir yogurts, palomitas o bolsitas de cacahuates (naturales, hay que evitar los japoneses), nueces o almendras
Papitas, pastelitos y refrescos los podemos seguir consumiendo, pero de vez en cuando y cuando lo hagamos hay que procurar balancear nuestras comidas con alimentos con menos calorías. Por una colación, una comida o un día entero que comamos alimentos con más calorías y grasa de lo recomendable, no va a causar que subamos de peso o afecte nuestra salud. Lo que cuenta son nuestras decisiones de comida y hábitos alimentarios a lo largo de un tiempo.
Y debemos recordar que las colaciones son sólo comidas pequeñas, no por el hecho de que sea bueno comer entre comidas nos podemos comer 1 litro de yogurt y 5 manzanas, pero si podemos disfrutar de un paquete de galletas integrales con 1 rebanada de queso panela. Así que a disfrutar de ese lunch nutritivo!

noviembre 07, 2004

HIPERTENSIÓN: LA ENFERMEDAD SILENCIOSA

Seguramente han escuchado el término de hipertensión muchas veces, pero realmente saben que es? esto significa tener una presión más elevada de lo normal en la pared de los vasos sanguíneos. Se va desarrollando cuando la sangre es empujada a las arterias, que son pequeños vasos sanguíneos que se han vuelto tiesos y cerrados, por lo que el paso de la sangre se limita. De esta manera, la hipertensión provoca que el corazón tenga que trabajar más fuerte y, con el tiempo se pueden dañar las arterias. Sí no se detecta a tiempo y se empieza a controlar, esta puede ir causando daños en el corazón, cerebro y riñón, sin que nadie sepa.
Lo preocupante de esta enfermedad, es que normalmente la presión va aumentando paulatinamente y de forma silenciosa, ya que en la mayoría de los pacientes los síntomas se manifiestan hasta que la hipertensión está muy avanzada y, en muchos casos, el primer signo es un ataque al corazón o una embolia.
Debido a esto, es muy importante checarse la presión al menos 1 vez al año, donde se obtiene un dato con 2 cifras (ej: 120/80); el primero es la presión sistólica que indica cuando el corazón se contrae y el segundo es la presión diastólica que es cuando el corazón se relaja. Una presión normal es de 120/80, una presión normal-alta es de 130-139/85/89, mientras que la hipertensión es ≥140/90.
Actualmente la hipertensión es un problema muy serio de salud y un alto riesgo para desarrollar otras enfermedades. Al contrario de lo que mucha gente cree, no esta completamente ligado a tener una vida acelerada y estresada ni a un consumo excesivo de sal, aunque son factores que pueden contribuir; una persona que sea tranquila y no estresada también puede presentar hipertensión, ya que hay varios factores que la pueden aumentar el riesgo de desarrollarla:
*Antecedentes familiares: Existe una tendencia genética para que la gente desarrolle hipertensión, pero no necesariamente van a desarrollarla sí tienen un familiar con esta enfermedad.
*Obesidad: El exceso de grasa corporal, especialmente en el área del abdomen, aumenta el riesgo de desarrollar hipertensión
*Edad: En los hombres aumenta el riesgo entre los 45 y 50 años, mientras que las mujeres están “protegidas” hasta la menopausia, donde entre 7 y 10 años siguientes a esta, aumenta su riesgo.
*Sedentarismo: Un estilo de vida sedentario no causa hipertensión, así como tampoco el ejercicio es una solución para disminuirla, pero si ayuda a mantener o bajar de peso. Por esto, el tener un estilo de vida activo favorece una mayor protección del corazón.
*Sensibilidad al sodio: Tal como mencione al principio, en la mayoría de las personas el consumir sodio en exceso no es la causa principal de la hipertensión, sin embargo, muchas personas son sensibles al sodio, lo que se traduce en una hipertensión causada por un consumo excesivo de sodio en la dieta. Debido a que no es posible saber con exactitud qué personas son sensibles al sodio, para todos aquellos que presenten hipertensión o alto riesgo, se recomienda llevar una dieta baja en sodio.
*Diabetes: Personas que tienen diabetes y no está bien controlada, tienen mayor riesgo de hipertensión.
*Estrés: Para algunas personas, este puede ser un factor de riesgo, pero no hay evidencia suficiente. Sin embargo, más vale vivir la vida más tranquila y gozarla sin preocupaciones.
*Alcohol y cigarro: Ambos aumentan el riesgo de hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
Antes de que se empiecen a “presionar” por esta enfermedad, hay que hacer varios cambios en nuestro estilo de vida, es decir todos los antes mencionados! Ponerse las pilas para tratar de bajar de peso, tener una rutina de ejercicio, así como dejar de fumar y beber. Además, hay que procurar no comer sal en exceso (<2400 mg sodio/día), tratando de no agregarle sal a la comida ya preparada y evitar alimentos enlatados, embutidos o encurtido, los cuales contienen mucha sal. Se ha visto que el consumo de frutas y verduras, así como alimentos ricos en potasio -plátano, jitomate, papas- y calcio –leche, productos lácteos y tortilla- ayudan a controlar la presión arterial.
Debemos recordar que esta es una enfermedad silenciosa, por lo que hay que evitar riesgos y estar al pendiente de nuestra salud, inclusive cuando nos sentimos muy sanos!