A raíz de todas las “grasafobias” que se han esparcido sobre lo malo que es consumir grasa, no nos hemos dado cuenta de que en efecto existen grasas malas…pero también hay las grasas buenas y que incluso pueden beneficiar nuestra salud.
Lo que causa que las grasas sean “malas” está en la cantidad de hidrógeno que contienen; mientras más hidrógenos contiene la cadena de ácidos grasos más saturadas son, de ahí el nombrar a ciertas grasas saturadas, sobre todo las que son de origen animal, como las carnes, huevo, leche y lácteos y algunas de origen vegetal como el aceite de coco y aceites hidrogenados (grasas trans). Estas grasas se han visto relacionadas en provocar problemas cardiovasculares y elevar los niveles de colesterol en sangre.
Ya que mencioné las grasas trans, me gustaría que entendieran que estas están más presentes en los alimentos que consumimos de lo que pensamos. Solo debemos pensar en productos como la margarina –que tanta fama le han hecho para consumirla en lugar de la mantequilla-, cereales, galletas, pastelitos industrializados, las donas –esa famosa que recienmente llego a nuestro país-, los cuales están bañados en grasas trans, que dicho más fácil son ácidos grasos hidrogenizados, es decir que a grasas poliinsaturadas les meten hidrógenos, como para meterle aire –piensen en lo suave que es la margarina o lo esponjadas que son las donas- que las vuelve en saturadas.

Dentro de las “grasas buenas”, se encuentran las grasas mono y poliinsaturadas, las primeras teniendo un par menos de hidrogeno en su estructura y las segundas varios pares menos de hidrógenos, haciéndolo los ácidos grasos insaturadas y con grandes beneficios para la salud, como disminuir los niveles de colesterol, aumentar los niveles de HDL –lipoproteínas de alta densidad-, aportar una buena fuente de energía de forma saludable.


Si de cuidar nuestro corazón se trata, más que darle importancia a la cantidad total de grasas que consumimos, le debemos dar más importancia a la cantidad de grasas saturadas y trans que consumimos ya que incluso llevar una dieta muy baja en grasa no es saludable y nuestro estado fisiológico se puede ver alterado.
Lo más recomendable para llevar una alimentación y vida saludable, es aumentar el consumo de grasas insaturadas. Para esto, hay que quitarnos la idea de que el aguacate es malo y que los nueces engordan, obviamente en exceso si nos van a hacer engordar, pero en moderación nos benefician al corazón, al igual que cocinar todos nuestros alimentos con aceite de oliva o canola, ya sea frío o caliente, en lugar de aceite de maíz o mantequilla. Debemos procurar consumir más pescado y pollo sin grasa que carnes rojas o quesos fuertes.
La recomendación general sobre el consumo de grasa es procurar no consumir más del 30% de las calorías totales de nuestra dieta y que las grasas saturadas no excedan el 10% de estas, mientras que el resto debe ser de grasas mono y poliinsaturadas.
Además, es importante recordar que si comemos algún alimento sin grasa o bajo en grasa, eso no quiere decir que no engorde, porque igual tiene calorías.