octubre 08, 2006

ANEMIA Y SU CONEXIÓN CON LA NUTRICIÓN

Clínicamente hablando ¿alguna vez has tenido la sensación de que la gasolina se te acaba o nada mas no te rinde? ¿y por más de que duermes y tratas de descansar esta sensación no pasa? Quizás pueda estar relacionado con mucho estrés, trabajo y actividades que te han agotado, sin embargo, en muchos casos una fatiga tan persistente puede ser una señal de presentar anemia. Realmente la anemia no es una enfermedad como tal, sino el síntoma de otros problemas de salud que generalmente se relaciona con la nutrición.
Lo que ocurre en la anemia es que no hay suficientes glóbulos rojos o suficiente hemoglobina –parte de los glóbulos rojos que lleva el oxígeno- como para llevar el oxígeno a las células del cuerpo. Cuando esto ocurre, las células no pueden producir suficiente energía y es cuando ocurren los síntomas de cansancio, fatiga, palidez, debilidad, dolores de cabeza, falta de concentración, irritabilidad, entre otros.
Mencionaba que esto se puede relacionar con la nutrición debido a que para producir una buena cantidad de glóbulos rojos necesitamos incluir en nuestra alimentación suficiente hierro, ácido fólico y vitamina B12, vitaminas y mineral indispensables para combatir una anemia.
Con esto se entenderá que una deficiencia de hierro no es la única causa de anemia pero sí es la más frecuente, aunque deficiencias de ácido fólico o de vitamina B12 también pueden causarla. La anemia causada por deficiencia de hierro suele ser más común en mujeres en edad reproductiva –por grandes pérdidas de sangre en la menstruación y una mala nutrición- y mujeres embarazadas –ya que sus necesidades en esta etapa se duplican- así como en niños y adolescentes.
Una dieta rica en hierro –carne, hígado, huevo, cereales fortificados y verduras de hoja verde combinadas con vitamina C- puede prevenir una anemia causada por deficiencia de hierro y en el caso de las embarazadas, generalmente se recomienda un suplemento, así como en casos graves de anemia.
Con respecto al tipo de anemia causado por deficiencia en ácido fólico –anemia megaloblástica- o por deficiencia de vitamina B12 –anemia perniciosa- se necesita optar por un tratamiento adecuado, ya que resulta difícil diferenciar entre estas dos y en muchos casos el hecho de tomar suplementos da ácido fólico también puede curar la anemia perniciosa, pero dosis en exceso pueden cubrir los síntomas de esta y sin darse cuenta podría cuasar daños neurológicos.
El ácido fólico lo podemos obtener de varios alimentos como verduras de hoja verde, algunas frutas como naranja, leguminosas, hígado, panes con levadura, aguacate, semillas y algunos cereales fortificados. Esta es de las pocas vitaminas que una mujer en edad reproductiva necesita tomar suplementos ya que su adecuada ingesta es esencial antes del embarazo y en el primer trimestre de gestación para prevenir daños de nacimiento como daño en el tubo neural y labio leporino.
Debido a que la vitamina B12 solo la podemos obtener de productos de origen animal, los vegetarianos estrictos tienen un enorme riesgo de presentarla. Las principales fuentes de esta vitamina son carne, pollo, pescado, huevo, leche y lácteos. En el caso de no consumir ninguno de estos alimentos –o muy pocos- se deben buscar alimentos -generalmente cereales- fortificados con vitamina B12 o tomar suplementos.
Existen otras causas de anemia que no van relacionadas con la nutrición, como serían ciertas enfermedades, donde hay hemorragias o hay daños en los glóbulos rojos. Una deficiencia de vitamina B12 también puede ocurrir debido a algún daño gastrointestinal que va relacionado en que los jugos gástricos no tienen una sustancia química conocida como factor intrínseco el cual es el responsable de que se absorba la vitamina B12 y esto generalmente ocurre cuando a una persona le remueven parte del estómago o hay una malabsorción, asimismo con la edad los jugos gástricos pueden disminuir o ser de mala calidad, afectando la absorción de la vitamina B12.
La realidad es que hoy en día es muy fácil diagnosticar una anemia, así que si llevas tiempo sintiéndote realmente agotado más vale detectarlo a tiempo o descartar la posibilidad de una anemia.

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