agosto 20, 2006

¡ENTRANDO EN CINTURA!

Quizás ya han escuchado varios promocionales de salud donde advierten sobre el riesgo de tener un exceso de grasa en lo que comúnmente llamamos “pancita” y las molestas “llantitas”, en término científico conocido como la grasa abdominal o visceral.
El tener un exceso de grasa acumulada en esta área –sumando un sobrepeso- aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades que desgraciadamente en la actualidad están de moda, como enfermedades del corazón, resistencia a la insulina, diabetes, hipertensión arterial, dislipidemias (colesterol y triglicéridos elevados), algunos tipos de cáncer, artritis, entre otras.
La razón por la que ésta acumulación de grasa puede traernos más riesgos es precisamente debido a que en esta zona se localizan nuestros órganos vitales como el corazón, los pulmones, el páncreas, el hígado, los intestinos y tan sólo de imaginar que tanta grasa podría estar rodeándolos pues es obvio que algún daño ha de estar causando. Además, la grasa que se acumula en estas partes no es el mismo tipo de grasa que tenemos en los brazos, piernas o llantitas, es precisamente la grasa conocida como visceral que rodea los órganos y queda bien adentro del cuerpo, volviéndola casi imposible de accesar y lo que la hace más diferente es que es mucho más activa que la grasa subcutánea, provocando que una vez que ya hay un exceso de grasa acelere el metabolismo para acumular más cantidad.
A lo largo de varios estudios se ha demostrado que una circunferencia abdominal mayor a 102 cm en hombres y a 88 cm en mujeres -que presentan sobrepeso u obesidad (Índice de masa corporal mayor a 25 kg/m2)- es un foco rojo que debería alertarnos sobre un mayor riesgo de desarrollar alguna enfermedad de las antes mencionadas. Sin embargo, la mayoría de estos estudios se realizó en personas estadounidenses y europeas, teniendo una corrección en la población mexicana de un máximo de 94 cm en hombres y 80 cm en mujeres. La forma más fácil de evaluar esta medida es con una cinta métrica midiendo por arriba de los huesos de la cresta iliaca y cruzando por el omligo.
A pesar de que nuestros genes juegan un papel importante en esta condición y esto no lo podemos cambiar, nuestra alimentación y actividad física sí es algo en lo que podemos trabajar, y mientras antes mejor! Las personas que tienden a llevar una dieta más alta en colesterol y grasa saturada, acumulan más grasa visceral que una persona que consume más grasas insaturadas (aceites vegetales, aguacate, oleaginosas); además el hacer ejercicio de forma rutinario ayuda a prevenir la acumulación de grasa visceral. Al momento que empezamos una dieta baja en calorías y empezamos a bajar de peso, mucha de la grasa que se pierde es visceral lo cual beneficia nuestra salud.
Se ha comprobado que con el simple hecho de bajar del 10 a 15% del peso total con una dieta adecuada y ejercicio, disminuye significativamente el riesgos de desarrollar alguna enfermedad, incluso disminuyendo los niveles de presión arterial, de lípidos y azúcar.
La importancia de empezar a actuar a tiempo es que con la edad nuestro metabolismo se hace más lento y con los años tendemos a acumular más grasa si nuestro estilo de vida no es muy activo. Quizás cuando se tiene 30 o 40 años nos parece gracioso que un hombre tenga la típica “pancita de chelero”, pero cuando años más tarde la da un infarto y le dicen que es por toda la grasa que viene cargando en el abdomen por muchos años, la situación se convierte algo aterradora. Lo mismo sucede con las mujeres que a lo largo de su vida reproductiva es común que tengan la grasa acumulada en las piernas y cadera, pero al llegar a la menopausia la grasa se redistribuye y empieza a acomodarse en zonas donde antes no había, principalmente en el abdomen.
Debido a que la grasa en el abdomen no es cosa de chiste tenemos que hacer algo de inmediato, ya sea a los 70 años para disminuir cualquier riesgo o a los 10 para prevenirlo. Y la receta no es nueva, todo consiste en llevar una dieta saludable, consumiendo de todos los alimentos en moderación, evitando las grasas y azúcares y haciendo ejercicio de forma rutinaria, mínimo 30 min diarios. Así que a ponerse las pilas e ir viendo como desaparece nuestra cintura, o mas bien como vuelve a aparecer!

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