febrero 04, 2007

OBESIDAD Y ANOREXIA EN LOS ADOLESCENTES ¿EXISTE RELACIÓN?

En México se ha registrado que 1 de cada 5 niños presentan sobrepeso y obesidad, mientras que se ha registrado que cerca de un 15% de los adolescentes presenta estos problemas, principalmente a causa de un aumento en el consumo de grasas y azúcares y un estilo de vida sedentario, ya que hoy en día, los niños y adolescentes mexicanos realizan 70% menos de actividad física que hace 30 años y casi la mitad de los niños y adolescentes entre 8 y 16 años ven de 3 a 5 horas de televisión diarias.
Por el otro extremo, se calcula que en países desarrollados y en grandes ciudades como el DF, alrededor de un 2 a 4 % de la población femenina padece un trastorno de alimentación, de los cuales, la mayor parte son comedores compulsivos. Alrededor del 65% de las mujeres en secundaria, preparatoria y universidad, llevan algún tipo de "dieta" –generalmente no adecuada-, así como los hombres de la misma edad. La anorexia nerviosa es la 3ª enfermedad crónica más común entre las mujeres adolescentes, y se calcula que ocurre en 0.5% a 3% de todos los adolescentes.
La obesidad y los trastornos alimentarios generalmente son vistos como dos problemas diferentes, que van por caminos separados, pero realmente están mucho más ligados de lo que pensamos y comparten muchas similitudes. Todos los problemas relacionados con el peso, donde se incluye a la anorexia, la bulimia, prácticas dietéticas inadecuadas, comer compulsivamente y la obesidad, se pueden ir entrelazando en la vida de una persona y suelen ser más comunes en las mujeres adolescentes. Suele ser común que las adolescentes presenten más de un trastorno alimentario a la vez o puedan progresar de uno al otro, es decir que atraviesen por etapas donde predomine la obesidad y eso las lleva a volverse anoréxicas o bulímicas, pasando por periodos de comer compulsivamente, para quizás luego regresar al problema de obesidad. Varios estudios han demostrado que un problema personal y/o familiar de obesidad puede ser causante del desarrollo posterior de bulimia, enfermedad caracterizada por periodos de atracones de comida mezclado con inducción de vómito y consumo de laxantes o pastillas; cabe mencionar que las personas que tienen el problema de comer compulsivamente –atracones- y luego no vomitan, tienden a ganar mucho peso y es cuando entran en el círculo de obesidad. Los trastornos alimentarios y la obesidad generalmente son causados por razones emocionales como estrés, depresión, ansiedad, baja autoestima o el sentirse solos.
La adolescencia es una etapa muy difícil en lo que a nutrición refiere, ya que además de todos los cambios hormonales, corporales y emocionales por los que atraviesan, los adolescentes se vuelven mucho más independientes, inseguros y fáciles de influenciar por los medios y amigos. El sentirse insatisfechas con su imagen corporal y estar haciendo dietas inadecuadas o prácticas que ponen en riesgo su salud, como saltarse comidas, no comer por días o tomar laxantes está íntimamente ligado al desarrollo de trastornos alimentarios y obesidad en las adolescentes.
La sociedad en la que vivimos tampoco ayuda mucho, ya que los medios de comunicación, la familia y la presión de los amigos pueden estar mandando mensajes erróneos sobre la comida y el peso a los niños y adolescentes. La actual sociedad idealiza a las personas delgadas y estigmatiza a las obesas; sin embrago, alimentos altamente calóricos y el exceso de grasa, abundan en el mercado y son los más publicitados, cuando al mismo tiempo los niveles de actividad física están por los suelos. La familia juega un papel importantísimo ya que hijos de padres obesos tienen mucho más probabilidades de convertirse en obesos, mientras que hijas de madres que se la viven a dieta, están más susceptibles a hacer dietas tempranas y, sí el mensaje es erróneo, los lleva a desarrollar algún trastorno alimentario.
¿Cuáles son los riesgos en la salud?
Los trastornos alimentarios pueden llevar a desarrollar que el crecimiento de los adolescentes se interrumpa, retrasos en la menstruación, daño a órganos vitales como corazón y cerebro, deficiencias nutrimentales, paro cardiaco, problemas emocionales como depresión y ansiedad, entre otros.
La obesidad en los adolescentes puede desarrollar que de adultos sean obesos y/o aumenten el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes, embolias, cáncer, artritis, problemas respiratorios, así como problemas emocionales como depresión y ansiedad.
¿Qué podemos hacer como padres si mi hijo presenta un trastorno alimentario?
El primer paso es reconocer y aceptar que su hijo presenta un problema y necesita ayuda para evitar más complicaciones. Es necesario que acudan con algún médico o especialista para evaluar el estado de salud y nutrición de su hijo y recibir una orientación profesional.
Las principales recomendaciones para manejar la obesidad así como los trastornos alimentarios en los adolescentes son:
+ Comenzar con un programa de pérdida o ganancia de peso, dependiendo el caso el cual generalmente es apoyado por una nutrióloga o un doctor. Se recomienda apoyo psicológico para tratar los problemas emocionales.
+ Llevar una dieta balanceada, con alimentos nutritivos, haciendo 3 comidas y alguna colación en el día, evitando la comida chatarra, el exceso de grasa y azúcares.
+ Hacer algún tipo de actividad física y pasar menos horas enfrente de la T.V o computadora.
+ No usar la comida como castigo o recompensa.
¿Qué podemos hacer para prevenir estas complicaciones?
Como padres debemos ayudar a los adolescentes a desarrollar hábitos y actitudes saludables. Sin embrago, el cambio de hábitos nunca resulta fácil ya que la mayoría de los hábitos los traemos bien establecidos desde pequeños; sin embrago, el hacer el cambio hacia una dieta más saludable y hacer actividad física regular puede beneficiar tanto al adolescente como a la familia, mejorando su salud, aportándole más energía y dándole una mejor calidad de vida.
Como padre, debemos ser un modelo a seguir para nuestros hijos, debemos evitar hábitos poco saludables, estarse quejando de su apariencia corporal, usar alimentos que no les permiten (como refrescos o papas) o usar la comida como premio/castigo.
Debemos ayudar a nuestros hijos a que controlen lo que comen y aprendan a reconocer cuando ya están satisfechos, es un error obligarlos a dejar el plato limpio, ya que esto los educa a que deben de comer más de lo que puedan.
También resulta útil hacer las comidas en familia y evitar que estas sean enfrente de la TV o cada quien a deshoras. Hay que hacer de las comidas una actividad familiar para que entre todos desarrollen buenos hábitos y una alimentación saludable.
Hay que mantenerse al tanto de los cambios emocionales de los hijos, ya que si llegan a presentar periodos largos de depresión, ansiedades, agresiones, los podría llevar a desarrollar algún trastorno alimentario. No hay que dudar en pedir ayuda profesional.
Es bien importante educar a los hijos desde pequeños a que realicen alguna actividad física, quizás de inicio que prueben varias opciones para que decidan la que más les gusta y motiva. Además es importante limitarles el tiempo que pasan frente a la T.V y computadora.

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